Sabado, 20 de Noviembre de 2016

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La escritora atea y el aborto
Son muchos los que pretenden identificar las posiciones que cuestionan al aborto con el cristianismo y, muchas veces, el catolicismo radical, buscando, al asignarlas a un grupo de pensamiento radical y extremista, desacreditarlas y negarles su derecho a opinar.
Pero no es así, en realidad, el aborto no es estrictamente un asunto religioso, sino de sensibilidad ante la vida, y se pueden fundar opiniones sobre el mismo desde posiciones alejadas de la fe.
Y para darle sentido a esto que les decimos, recogemos aquí los argumentos sobre el aborto de una persona ajena a la confesión cristiana, la escritora Natalia Ginzburg.
Nacida en Palermo en 1916 en el seno de una familia de científicos judíos. Comprometida con la resistencia clandestina al fascismo, experimentó el destierro, el encarcelamiento y la muerte a manos de los alemanes de su marido Leone Ginzburg, fue diputada durante dos legislaturas por el Partido Comunista Italiano, no dejando de escribir hasta su muerte, cumpliendo en vida lo que una vez escribió en uno de sus libros, “Mi oficio es escribir, y lo sé muy bien y desde hace mucho tiempo”.
En sus textos, Natalia Ginzburg plasma reflexiones de una gravedad y lucidez moral sorprendentes, que se manifiestan con sobriedad y delicadeza, llegando a conmover al lector. En uno de sus textos, y valga el mismo como introducción a la exquisita prosa de esta mujer, nos dice que deberíamos enseñar a nuestros hijos las grandes virtudes en lugar de las pequeñas,
Sin embargo, casi siempre hacemos lo contrario. Nos apresuramos a enseñarles el respeto a las pequeñas virtudes, fundando en ellas todo nuestro sistema educativo. De esta manera elegimos el camino más cómodo, porque las pequeñas virtudes no encierran ningún peligro material, es más, nos protegen de los golpes de la suerte. Olvidamos enseñar las grandes virtudes y, sin embargo, las amamos, y quisiéramos que nuestros hijos las tuviesen, pero abrigamos la esperanza de que broten espontáneamente en su ánimo, un día futuro, pues las consideramos de naturaleza instintiva, mientras que las otras, las pequeñas, nos parecen el fruto de una reflexión, de un cálculo, y por eso pensamos que es absolutamente necesario enseñarlas.”
Natalia Ginzburg escribió sobre el aborto en los 70, cuando Italia estaba inmersa en una fuerte controversia sobre la legalización del mismo, y se posiciona en contra de aquellos que consideran el aborto de forma superficial,
Aunque no podemos estar de acuerdo con ella, ya que entendemos que el mal no entiende de componendas ni amistades, solo de esclavitudes, si que podemos compartir, e incluso disfrutar de la profunda sensibilidad y honestidad intelectual con la que trata el asunto del aborto en este texto recogido en su libro “Las tareas de la casa y otros ensayos”: