Una de las esencias del comunismo que se ha evidenciado de manera más clara allá donde esta ideología totalitaria se ha puesto en práctica ha sido la de intentar arrancar el alma a la persona, intentar arrebatarle su ser espiritual para que pase a ser únicamente un número, un ente al servicio de los intereses del partido o del estado. China, Corea del Norte o la URSS son algunos ejemplos de ello.