25 de Noviembre de 2016

‹ 'Sanja, ¿tu rezas?', me preguntó ›
Lo tenía todo... pero algo faltaba
A Sanja Orešković, ex-primera dama de Croacia, la vida parecía sonreírla a sus 34 años, tenía belleza, dinero, una vida social estupenda, estaba casada con un marido exitoso y tenían unos hijos adorables. La pareja era la envidia de sus vecinos cuando se mudaron del frío Canadá a Puerto Rico, donde Sanja disfrutaba de todos los lujos que ese paraíso tropical ofrecía: playas vírgenes, restaurantes, fiestas y deslumbrantes reuniones sociales.
Pero por dentro, Sanja era un desastre, su vida parecía carecer de sentido. Siempre buscaba ese “algo más”, pero cuando pensaba que lo había encontrado, nunca la satisfacía, nunca parecía ser suficiente.
Empezó a preguntarse por qué se sentía tan deprimida siempre.
A Sanja le dieron unas pastillas para tranquilizarla y hacerla sentir mejor, pero ella sentía en el fondo que sus problemas nunca podrían resolverse con unas simples pastillas.
Fue en su última visita al médico cuando este le hizo una pregunta sorprendentemente simple que inesperadamente cambió su vida para siempre.
Al principio, Sanja se enfadó, pensaba que era una pregunta muy poco profesional viniendo de un médico.
Pero al regresar a casa con más píldoras en el bolso, descubrió que la pregunta seguía atormentándola:
Por un lado, era una pregunta fácil de responder, Sanja no rezaba. No había rezado desde que era una niña, de hecho ni siquiera recordaba cómo hacerlo. Ya no creía que hubiera nada ni nadie a lo que se pudiera rezar.
Pero, por otro lado, las palabras del médico seguían resonando dentro de ella, algo dentro de ella le pedía que diera una oportunidad a la oración.
Una noche finalmente Sanja no pudo ignorar por más tiempo las palabras del médico. Si estaba dispuesta a tratar de resolver sus problemas con píldoras que sabía que eran inútiles, ¿por qué no probar la “cosa de oración” y ver si hacía algo?. Se dio cuenta de que no tenía nada que perder.
No hubo rayos, ni truenos, ni vientos violentos, sólo quietud y tranquilidad. Sanja se acostó, preguntándose si había sido solo una perdida de tiempo. En todo caso, esperaba que tal vez después de intentarlo al menos las palabras del doctor dejaran de resonar en sus oídos.
Pero algo sucedió.
Esa mañana del 18 de noviembre de 2001, será grabada para siempre en el corazón de Sanja como el día que comenzó a vivir, por primera vez. Experimentó una oleada de vida dentro de ella. Vio su relación con sus hijos y su esposo bajo una nueva luz. Ya no se sentía obligada a conformarse a las muchas expectativas que sentía que la sociedad le imponía. Se sintió liberada por primera vez. Se dio cuenta de que tenía que usar su nueva libertad para ayudar a otros.
“El Señor dice:
Muchos años después, Sanja vería sus convicciones de fe puestas a prueba después de que ella y su familia se trasladaran a Croacia. Su marido se involucró en la política y fue inesperadamente elegido Primer Ministro de Croacia, convirtiéndola en la Primera Dama.
Croacia, que permitía el aborto hasta la 12ª semana de embarazo, se estaba preparando para tener su primera marcha nacional por la vida en mayo de 2016, y los organizadores invitaron a Sanja y a su familia a asistir, pero los ministros de alto rango le recomendaron que no fuera.
Sanja no les hizo caso, desde su conversión en 2001, había estado viviendo su vida de acuerdo con algo muy superior a lo considerado políticamente correcto, ella sabía lo que Dios esperaba de ella y su placer más grande era seguir el plan de Dios para su vida.
Ella sabía lo que Dios esperaba de ella y se había convertido en su placer seguir su plan de vida.
A pesar de que Sanja recibió algunas críticas por asistir a la marcha, dijo que no tenía ningún “remordimiento”.
Sanja dijo que si hay un mensaje que las mujeres necesitan oír hoy, es que deben descubrir de nuevo el propósito de su existencia.
Sanja afirma que sólo puede decir esas cosas con convencimiento porque ella misma ha sido esa mujer que lloraba al ir a la cama, que estaba harta de la vida y que no tenía esperanza en el futuro.
Leave a Comment