A Sanja Orešković, ex-primera dama de Croacia, la vida parecía sonreírla a sus 34 años, tenía belleza, dinero, una vida social estupenda, estaba casada con un marido exitoso y tenían unos hijos adorables. La pareja era la envidia de sus vecinos cuando se mudaron del frío Canadá a Puerto Rico, donde Sanja disfrutaba de todos los lujos que ese paraíso tropical ofrecía: playas vírgenes, restaurantes, fiestas y deslumbrantes reuniones sociales.